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NUESTRAS JOYAS CON perlas
1.Pendientes de brillantes, aguamarina y perlas australianas
2.Pendientes de oro blanco y perlas barrocas
3.Pendientes desmontables de perlas autralianas y zafiros
4.
5.Anillo de oro blanco con una perla barroca de gran tamaño, montada sobre una plancha de oro blanco con brillantes
6.Pendientes “Tu-y-Yo” de oro negro con perlas negras de Tahití de 11 mm., brillantes y diamantes negros
7.Pareja de perlas de Taití de 14 mm., con un “capuchón” de oro blanco independiente, que permite llevar los pendientes con o sin “capuchón”
8.Pendientes de perlas de los que cuelgan cadenas de oro con esmeraldas en el extremo. Son desmontables, a fin de poder utilizar también las perlas solas
La perla posiblemente sea la primera piedra preciosa conocida por el hombre, ya que no necesita de manipulación alguna para resaltar con toda su belleza. Popularmente se cree que las perlas son producidas por las otras, pero en realidad se deben a otro molusco, más parecido a la vieira que a la ostra y que es el que produce nácar en su interior, ya que una perla natural se forma cuando un agente irritante se introduce en el molusco y éste, para protegerse, segrega un fluido, el nácar, con el que va cubriendo al elemento causante de su malestar, capa tras capa, formando la perla. Sin embargo pocos son los moluscos capaces de producir perlas y, de éstos, sólo el 6% llegan a producirlas efectivamente de forma natural.
Las perlas más apreciadas en joyería son las que consiguen seguir un proceso algo diferente: el agente irritante es un parásito diminuto que no se sujeta a la concha, por lo que el molusco lo que hace es crear una depresión en su interior, en la que lo atrapa, y que se va haciendo cada vez más profunda hasta formar un “saco” con el que encerrarlo. Una vez cerrado, las células de ese “saco” van segregando capas de nácar sobre el parásito encerrado, dando a la perla una estructura concéntrica. Este proceso puede durar meses o años: cuanto más tiempo pase, más grande se hará la perla.
En las perlas cultivadas el proceso es el mismo, salvo que el elemento irritante es implantado quirúrgicamente en el molusco y procede del núcleo de una madreperla. El mejor núcleo que existe hoy en día se extrae de un tipo de mejillones que sólo viven en el río Mississippi. A pesar de que los primeros en cultivar perlas fueron los chinos en el siglo XVIII, se pudieron comenzar a producir en abundancia y a explotar comercialmente a principios del siglo XX, gracias a un método desarrollado y patentando por el japonés Kokichi Mikimoto.
Hoy en día prácticamente todas las perlas que se encuentran en el mercado son cultivadas y los principales productores son los japoneses. Desde 1956 también los australianos producen perlas de gran calidad y de un tamaño superior a las japonesas.
El lustre de las perlas se conoce como “oriente” y es debido a la combinación de dos efectos ópticos: la separación de la luz en pequeños espectros debido a la difracción y la interferencia de la luz en sus caras.
No se sabe con certeza la causa de los diferentes colores de las perlas -amarillo dorado, amarillo, rosa, gris, azulado, bronce, negro...-, aunque sí que hay una cierta relación entre el color y la posición de la perla dentro del molusco, así como con el tipo de agua en el que vive el animal. En aguas saladas existen además otros moluscos que producen perlas coloreadas y de formas bastante barrocas, o bien perlas con un aspecto y con un brillo más similar a la seda que al nácar. También existen desde el siglo XVIII moluscos de río capaces de producir perlas nacaradas de muy diversos colores y de gran belleza, sobretodo en América y Europa, por ejemplo en Gales, Irlanda, Francia, Baviera... De entre estas perlas de río las americanas son las de mayor calidad, ya que se les da un proceso de maduración más largo y, por lo tanto, la capa de nácar es más gruesa y la perla tiene un brillo más lustroso.
A la hora de comprar perlas hay que tener en cuenta que las naturales son mucho más caras que las cultivadas (dado su escasez, pueden valer miles, incluso millones de euros); que las de agua salada son más caras que las de agua dulce y suelen tener una forma más redondeada; que las negras proceden generalmente de Tahití; que las de los Mares del Sur, denominadas “australianas”, son las más grandes; y que las denominadas “akoya” son más pequeñas y proceden de Japón.
Como son muy porosas, absorben cualquier sustancia con la que entran en contacto, especialmente los perfumes y cosméticos, por lo que hay que limpiarlas con regularidad y con cuidado. Las perlas pueden durar varios siglos si se mantienen adecuadamente. Por eso es preciso tener en cuenta que pierden lustre y que se pueden llegar a cuartear en ambientes demasiado secos. Los baños de mar les sientan bien.
Para distinguir perlas falsas de perlas auténticas hay que colocárselas entre los dientes: si los dientes superiores se deslizan fácilmente por su superficie, es que son falsas; si por el contrario provocan una sensación de ligera abrasión, son naturales o cultivadas.
Las perlas de mayor calidad que se conocen son las denominadas “perlas orientales”, que se extraen casi exclusivamente de las pesquerías del Golfo Pérsico y son de tamaño medio. Se pescan mediante técnicas de buceo a pulmón libre entre mayo y septiembre, que poco han cambiado en los últimos 2.000 años: inmersiones de un minuto y medio a profundidades de entre 2 y 27 metros para pescar las ostras, que una vez en tierra se dejan “pudrir” y no se retira la perla hasta que el animal ya se ha descompuesto.
Otras pesquerías importantes son las australianas, desde la costa oeste del continente hasta el Mar de Coral, llegando hasta Indonesia y Filipinas. Allí se utilizan técnicas de buceo más modernas y se producen perlas más blancas.
En las pesquerías de los Mares del Sur son los nativos los que se encargan de la extracciones y sus perlas son muy similares a las australianas: grandes y redondeadas, aunque a menudo son negras y de color gris. El centro más importante está en Tahití.
Abundan las leyendas sobre las perlas: según algunas, estas gemas, las únicas junto con el coral que no son minerales sino orgánicas, proceden de las lágrimas de alegría de la diosa Afrodita, son gotas de rocío llenas de luz de luna, son el regalo de boda de Krishna a su hija. También se ha dicho que Cleopatra las utilizaba para elaborar sus pociones amorosas.
Durante siglos han sido consideradas como las gemas de más valor. Tan valiosas eran, que el general romano Votelio financió toda una campaña militar con uno de los pendientes de perlas de su madre. Hasta el excéntrico Calígula les encontró utilidad: condecoró con un collar de perlas a su caballo, después de nombrarlo cónsul de su imperio.
La pieza de joyería más antigua que se conoce es un collar encontrado en el sarcófago de un príncipe persa que murió en el año 520 a.de C. Y en 1916 el joyero francés Jacques Cartier pagó la compra de su famosa tienda de la 5th Av. de Nueva York con dos collares de perlas.
LO QUE HAY QUE SABER
CURIOSIDADES Y UN POCO DE HISTORIA
Durante años se han considerado el regalo de boda ideal, porque simbolizan la pureza y la inocencia. En occidente existe la costumbre de regalarlas en el tercer o en el trigésimo aniversario de boda.
Las perlas son el símbolo de la amabilidad, de la lealtad y de la justicia. Absorben las energías negativas y tranquilizan a las personas.
Están indicadas en las personas que sufren palpitaciones del corazón, miedos o angustias.
PROPIEDADES FÍSICAS:
DUREZA:
Alta. 8 en la escala de Mohs.
Fragilidad alta
PESO ESPECÍFICO:
3,5 /3,6
TIPOS DE PERLAS
las perlas
Supersticiones sobre sus efectos sobre el espíritu, el cuerpo y la mente